miércoles, 3 de octubre de 2012

La Alicia de Carroll, un cuento para niños… y para adultos


                                        Titulo: Alicia en el país de las maravillas
                                        Autor: Lewis Carroll
                                        Año de publicación: 1865

El matemático Lewis Carroll, un hombre de mirada melancólica que ya de viejo adquirió más aspecto de general derrotado que de autor de historias para niños, escribió Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas -titulo que después se abreviaría un poco-, un interesante cuento ideal para niños que leen los adultos y que es ya de manera incuestionable un clásico de la literatura universal.
La historia inicia con una niña de nombre Alicia que se queda dormida y sueña que persigue a un extraño conejo blanco por un agujero. Termina sin querer en un mundo raro, en el país de las maravillas, poblado por animales parlantes, cartas de baraja vivientes, una reina que todo lo soluciona dictando condenas a muerte y otros seres raros como cerditos que parecen niños tanto como a veces puede haber niños que parecen cerditos.
Alicia muestra el carácter arrogante de una típica niña inglesa de clase acomodada de su época. No le gusta recibir órdenes y tampoco logran intimidarla; ante todo lo que le parece ilógico se enfada y protesta. Debido a eso se la pasa protestando y enojada casi todo el cuento, porque allí, en el país de las maravillas, todo es ilógico, pero también muy divertido.
La conducta irracional de los personajes resulta ser la columna vertebral del cuento. Nada lógico parece entrarles en la cabeza -que corre peligro todo el tiempo gracias a la temperamental reina-, y por el contrario hacen de cosas absurdas, cuando no estúpidas, reglamentos irrefutables.
Aun con lo infantil que resulta todo, no se puede negar que el cuento es muy bueno, por eso ha trascendido tanto y continua habitando en las librerías de manera ininterrumpida. Es un cuento para niños…, pero ideal para los adultos. Total, siempre se puede leer en privado, y si es en una cafetería, nada cuesta ponerle una cubierta falsa.

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