viernes, 13 de octubre de 2017

Libro Carlota y Maximiliano: la dinastía de los Habsburgo en México

Autor: Adam J. Oderoll
Año de publicación: 2017

Casi todo el mundo se sabe, a grandes rasgos, la triste historia del archiduque austriaco que llegó a convertirse en Su Majestad Imperial Maximiliano I de México por cuatro breves años. Con el amparo de Napoleón III, renunció a sus privilegios, a sus derechos a la corona austriaca y viajó a México para que todo, o casi todo, le saliera mal, tanto al grado de que lo fusilaran junto a sus más leales generales, y su esposa, la princesa Carlota de Bélgica, se volviera loca de dolor o de no se sabe qué, y viviera viuda y encerrada por sesenta años.
Pues bien, si en la realidad todo salió mal, en la ficción las cosas fueron diametralmente opuestas, al menos en una novela ucrónica, de esas tan famosas en las que un suceso lo cambia todo en todo el mundo. Quizás las más conocidas son aquellas basadas en la Segunda Guerra Mundial, en las que por alguna maniobra truculenta de la suerte, Hitler ganó.
En este caso lo que ocurrió fue que el presidente Benito Juárez, quien en la historia real fue el que venció a Maximiliano y se negó a detener el fusilamiento, muere precipitadamente en 1866, es decir seis años antes de su fallecimiento real, cuando ya había restaurado la República en México. Con la muerte de su más enconado enemigo, el emperador, o más bien su esposa, encuentra una pequeña luz en la oscuridad y se aferra a ella para salvar el imperio, dando inicio a una historia de México diametralmente opuesta a la que conocemos, tanto así que actualmente el país no es gobernado por Enrique Peña Nieto, sino por Fernando Carlos I, y su frontera Sur no colinda con Guatemala y Belice, llega hasta Colombia.
Tampoco México es uno de los países más corruptos del continente, es un modelo a seguir en ese aspecto, sus fuerzas armadas son de las más poderosas del mundo, su población es de más del doble de la verdadera y su bebida nacional, que hasta el emperador consume, no es el tequila, es el pulque.
La trama mezcla, como es de suponerse, a personajes ficticios con personajes reales inmersos en la ficción. Así pues, Porfirio Díaz, para los antiimperialistas, es un héroe puesto que nunca fue dictador, Fidel Castro sí visitó México con sus guerrilleros, pero ya no pudo regresar a Cuba, Kennedy no fue asesinado (en este punto el autor juega ingeniosamente con la historia), Francisco I. Madero no pudo echar a andar revolución alguna, Pancho Villa usó su inteligencia en cosas muy distintas a los hechos de armas, Miguel Miramón es un héroe para los imperialistas y sus descendientes son duques, los herederos de Agustín de Iturbide son príncipes y ocupan cargos de relevancia en el gobierno, al igual que los de Napoleón III, el periodista Carlos Alberto Montaner es el presidente de Cuba, una potencia del comercio, López Obrador sí existe en esta historia, pero no con ese nombre, y es un enconado enemigo del emperador, y, por último, también aparece Donald Trump, pero siendo México una hiperpotencia se cuida de no tratar al emperador como en la realidad trató a Peña Nieto.

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