martes, 25 de septiembre de 2012

Reseña: Memorias de mis putas tristes, de Gabriel García Márquez


                                      Titulo: Memorias de mis putas tristes
                                      Autor: Gabriel García Márquez
                                      Año de publicación: 2004

Ésta es la penúltima novela que ha publicado el gran Gabo; es pues, una obra de vejez, del período más productivo de una mente brillante, pero no deja de ser, en el mejor de los casos, un buen intento que al final no llega a ningún lado.
El argumento, un poco trillado, trata sobre un viejo que a sus noventa siente un nuevo levantamiento en él, o tal vez sólo es un recuerdo de cuando le funcionaba el aparato, o un intento por sentirse vivo. Le entran los deseos de celebrar que le falta una década para ajustar el siglo con una jovencita virgen.
Su proveedora de toda la vida le cumple el capricho al conseguirle una niña de catorce. Al restar catorce a noventa cualquiera puede pensar que por su depravada mente el anciano merece latigazos, castramiento y un cuarto de hora en la hoguera como epilogo, pero no hay razón para asustarse. Esta novela no contiene realidades para indignarse por las injusticias de la vida ni para llorar. Es una novela bien escrita, porque la escribió Gabo, pero no se la puede uno creer. No llega a tanto.
El anciano, más sentimental que calenturiento, se enamora de la chiquilla, y también se enamora por primera vez en su vida. Pero no se enamora de la pasión ni del carácter de ella, sino de él, que no se da cuenta que ni siquiera la conoce y que su adicción a dormir a su lado, sin poseerla, es una manera de anclarse a la vida, no a la del cuerpo, pues tiene salud, pero sí a la facultad de sentirse vivo, cosa que se pierde con las depresiones y con la edad.
Al final la novela no deja de ser decepcionante, porque salvedad echa con algunos párrafos llenos del talento del autor, lo demás parece más un texto de horas de ocio o de una obra que tal vez ni el propio Gabo llega a creer que es suya. Uno pensaría que después de Cien años de soledad él es incapaz de escribir una mala historia, pero sí, sí que puede.
Hace unos años leí que en Irán, donde cuidan la moral con la horca, le cambiaron el titulo al libro publicándolo como Memorias de mis tristes cariñitos. No sé con qué objeto lo hicieron si dentro del libro lo que sobran son putas. El anciano, que en su vida nunca salió a deber un acostón porque nunca tuvo uno por amor, no tiene otro tema mejor de que hablar aparte de su vida estéril y sus putas, algunas no tan tristes.

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