viernes, 28 de septiembre de 2012

Reseña: Drama City, de George Pelecanos


                                         Titulo: Drama City
                                         Autor: George Pelecanos
                                         Año de publicación: 2005

Ésta es la primera novela que leo del norteamericano George Pelecanos. Al principio creí que era una obra rematadamente mala. Fue mejorando páginas más adelante aunque con mucha lentitud. Al final no me pareció del todo mala, se deja leer, es fácilmente digerible, con diálogos breves y pocas descripciones, lo que siempre se le agradece a un autor que no es muy bueno en su oficio.
En la portada figuran las palabras del mismísimo Stephen King diciendo que Pelecanos es “Posiblemente, el mejor escritor norteamericano de novela negra”. Creo que King ya no debería de emprender uno de sus viajes al mundo maravilloso antes de dar sus opiniones, porque en Estados Unidos se han escrito y se siguen escribiendo buenas novelas negras, aunque no es desde luego el caso de Pelecanos.
Pasando a la novela, los protagonistas son Lorenzo Brown y Rachel Lopez, habitantes de Washington, D. C. Lorenzo es un negro expresidiario que ha decidido, tras pasar ocho años en la jaula al ser atrapado vendiendo drogas, cambiar su vida. Trabaja haciendo cumplir la ley en La Sociedad Protectora de Animales, sobreviviendo con su no muy abundante sueldo y viendo indiferente cómo su amigo de toda la vida y antiguo socio continúa liderando en las calles la venta de drogas.
Rachel es una bellísima latina que trabaja como agente de La Condicional, vigilando que los expresidiarios se ganen la vida honradamente. Una de sus ovejas, y la que mejor se porta, es Lorenzo. De día cumple de manera implacable con su trabajo mientras de noche sale en busca de alcohol y sexo de ocasión.
La parte negra inicia cuando uno de los subordinados de Nigel, el antiguo socio de Lorenzo, se equivoca y echa de su esquina a un vendedor de otro jefe mafioso que, según las reglas de la calle, sí debería vender allí. El incidente desata una guerra que no puede terminar sino de manera catastrófica. Por azares del destino, Lorenzo y Rachel llegan a atravesarse en el camino de tipos para los cuales matar es como beber agua.
Aunque no puedo decir que sea una pérdida de tiempo leer esta novela, sí hay que armarse de paciencia para terminarla. La acción tarda más de lo justo en empezar, y cuando llega lo hace de manera muy tímida. Pelecanos, como otros autores, olvida que para escribir novelas negras hay reglas que se deben de seguir si se quiere obtener la credibilidad del lector. Trata de darle a cada personaje un pasado que justifique sus acciones presentes, y eso le funciona más o menos bien; es, de hecho, lo que levanta la novela en algunas partes, pero no demasiado como para que sea buena.

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