jueves, 30 de agosto de 2012

Reseña: Primer amor, de Iván Turguénev


                                          Titulo: Primer amor
                                          Autor: Iván Turguénev
                                          Año de publicación: 1860

Erróneamente muchos creen que hasta que se publicó El guardián entre el centeno a mediados del siglo pasado se le empezó a dar importancia a los sentimientos de los adolescentes en la literatura. Naturalmente que no es así, y como ejemplo está Primer amor, pequeña novela llena de sentimentalismo adolescente del ruso Iván Turguénev, publicada hace tanto que Lincoln, de haber querido, habría alcanzado a leerla.
Como protagonista de esta historia tenemos a Vladimir, un jovencito aristócrata ruso, en sus dulces, soñolientos y lecheros dieciséis, hijo único de un hombre reservado y ausente en su papel paternal, como correspondía a la época y a la aristocracia.
La vida para Vladivir no alumbra el menor problema hasta que un día llegan a vivir junto a su finca dos damas aristócratas arruinadas, madre e hija. Zenaida, la hija, a sus veintiuno demuestra ya haberse dado bastantes vueltas en la rueda de la fortuna. Conoce bien a los hombres, tanto así que los explota para fertilizar su vanidad.
A su sequito de admiradores calenturientos y medio enamorados se integra el joven Vladimir. Pronto se enamora perdidamente de ella, sentimiento que su ingenuidad adolescente no logra ocultar siquiera unos días.
Zenaida es de una personalidad enormemente impredecible. Los hombres que la rodean no logran penetrar su coraza, a pesar de que en sus condiciones lo lógico es que busque a un hombre que la saque de pobre, practica bien vista en la aristocracia de la época. Pero ella nada toma en serio. Le gusta dominar a los hombres, saber que mientras no la posean es dueña de su voluntad, inclusive saborea encandilarlos un poco, pero sin llegar a más. O eso parece…
Vladimir pronto descubre que hay algo respeto a su amada que todos los demás pretendientes saben, menos él. Su inocencia y el amor que siente no lo dejan ver más allá de sus narices, donde todos murmuran un secreto de Zenaida que involucra a su propio padre.
Esta novela es un claro ejemplo de cómo escribir buena literatura sin necesidad de enganchar al lector con secretos y más secretos. Aquí todo se sabe desde que inicia y aun así el interés perdura, porque hay un adolescente que va sintiendo cómo le hacen pedazos el corazón, final que todos, primero que nadie los lectores, pueden predecirle. 

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